Un paseo (Carmen)

Me aburría en casa y aprovechando que mis padres estaban echando la siesta -era domingo- y Leo y África estaban en sus habitaciones, cogí a Carmen y las llaves de mi padre donde también estaban las demás del coche, etc.. y salimos de casa.
Empecé a correr a paso de Carmen mientras estiraba de su brazo hasta el bosque.

- ¡Vamos a investigar, Carmen! - dije dando saltitos.

La tata Ariadna me sacó de la jaula en la que estaba durmiendo -aún no sabía cómo lograba llegar a la cuna, cogerme sin tirarme al suelo y que papá y mamá no se dieran cuenta estando en la misma habitación- y de pronto me vi arrastrada por ella escaleras abajo. Me froté los ojos mientras ella seguía tirando de mí hacia el exterior de la casa.

- ¿Invetigá?-repetí. Ella corría hacia el bosque y yo la seguía como podía, mis pequeñas piernas no me daban para mucho más.

Paré de correr y dejé tirar de Carmen para encararme a ella y mirarla con profunda emoción.

- Sí, investigar. Hay que mirar si en el bosque hay gnomos, ¿Vale? - dije en susurros para que nadie nos escuchara a la vez que estaba nerviosa por si encontrábamos alguno, siempre tenía ganas de buscar gnomos cuando acababa de ver a David el gnomo - los gnomos son muy pequeñitos así que hay que ir con mucho cuidado de no pisarlos ¿Vale? y viven en las setas. - expliqué - ¡Venga! ¡Vayamos a buscar!

Empecé a caminar mientras miraba por el suelo y tenía la mano de Carmen sujeta con la mía.

- Si ves algo me avisas y hay que ser silenciosas, los podríamos asustar - dije otra vez en susurros.

Ella dejó de correr y me habló. Yo suspiré, me había cansado un poco y me dolía el brazo.

Mis ojos se abrieron de sorpresa y felicidad y me llevé una mano a la boca, asombrada y perpleja. ¡Gnomos! Eran esas personitas pequeñitas que llevaban algún sombrerito.

- ¡Oh, gnomo! ¡Chi!-volví a taparme la boca y después hablé en susurros.- Chi.-terminé asintiendo con la cabeza y una sonrisa en mis labios.

Seguí caminando con sigilo cogida de la mano de Carmen a paso lento y mirando todo mi alrededor mientras no adentrábamos más en el bosque, seguro que cuanto más adentro más podríamos encontrar.

Me puse de rodillas, a gatas.

- Tata, si te pones a gatas tal vez los veamos, así nos ponemos a su altura - dije en susurros.

Empecé a gatear por encima de la hierba del bosque y con cuidado de no clavarme algún palo o alguna piedra.

- Gnomos... - los llamé en susurros - salid, no os haremos nada malo. - dije mientras miraba a mi alrededor, después miré un par de veces a Carmen por si veía algo.

Seguí caminando guiada por la tata y después se puso de rodillas. Yo la miré ladeando la cabeza y frunciendo un poquito el ceño, lo que mi cara me permitía, sin comprender por qué se había agachado si mami luego se enfadaría por ensuciarnos, por no decir que si nos pillaba haciendo aquello se pondría hecha una fiera.

Entonces me puse de rodillas yo también y me quedé observando. Entonces mi cara volvió a iluminarse de felicidad.

- Tata,-la llamé.- tata, tata, mia. He encontado un hada.-dije emocionada. Por supuesto que no era un hada, era una libélula de color azul, lo recuerdo perfectamente.

Miré rápidamente hacia donde dijo Carmen con la cara iluminada por la felicidad ¡Gnomos no, pero hadas sí! Abrí la boca de par en par al ver algo de color azul volar.
Se paró en el suelo y me acerqué muy lentamente, mi cara quedó a veinte centímetros de aquello, fruncí el ceño.

- ¿Ésto es una hada? - pregunté confusa - parece un bicho - dije, entonces mi cabeza pensó algo que era obvio y me llevé la mano a la cabeza por no haberlo pensado antes haciendo que el insecto saliera volando.

Me levanté del suelo, cogí la mano de Carmen y empecé a correr detrás del bicho de color azul que se adentraba más en el bosque.

- Seguro que lo ha enviado la princesa de las hadas para que vayamos a buscarlas. - dije con la voz entrecortada ya que estaba corriendo y me faltaba la respiración pero no iba a perder a ese bicho de vista - ¡Corre Carmen, corre!

El insecto se paró otra vez en el suelo y me paré de sopetón haciendo que Carmen que iba detrás de mí se estampara conmigo y cayéramos las dos al suelo, ella encima de mí, haciendo también que mi cara quedara muy cerca del insecto y se posara en mi nariz.

- Mira tata - dije riendo mientras ponía los ojos bizcos para mirar al bicho.

Ariadna se acercó al hada de color azul intenso y ésta se fue volando. Mi hermana se levantó del suelo rápidamente y me levantó a mí de un tirón para volver a echar a correr.

- Tata, no pedo corré tanto.-me quejé. Pero lo que dijo me animó un poco aunque la tata cada vez corría más.- ¡Hadita!

Ariadna se paró en seco y me tropecé con ella, haciendo que las dos nos cayéramos al suelo, yo encima de mi hermana. Me levanté de encima de ella para no hacerle daño y miré su nariz, allí estaba el mensajero de las hadas. Mi cara se quedó perpleja.

- ¡Lo cojo, lo cojo!-chillé y estampé mi mano contra su nariz en un torpe intento de coger al bicho, pero éste se echó a volar y le di una torta a mi hermana, y en vez de quedarme a preguntarle si estaba bien corrí siguiendo al bicho azul.

Carmen se emocionó e intentó coger al mensajero de las hadas pero en vez de eso me azotó en la nariz, cerré los ojos cuando lo hizo pero el bicho salió volando y mi hermana corría detrás de él.
No me dolió el golpe por suerte y me levanté yo también mientras echaba a correr, abrí los ojos de par en par y señalé mientras alcanzaba a tener el mismo paso que Carmen.

- ¡Ese es de color rojo! ¡Mira! ¡Otro mensajero! - dije mientras volvía a coger a Carmen de la mano y tirar de ella.

Finalmente llegamos a una especie de lago, no muy grande pero parecía algo profundo donde habían muchas luces de colores.

- Tata... - dije sorprendida mirando a todos los mensajeros.